¿Código deontológico? ¿Para qué?

Algunos me preguntan si hay que imponer un código deontológico en la Asociación de la Prensa de Madrid, semejante al que tuvieron –y nunca pusieron de verdad en práctica– los colegas de Barcelona. Y no: el Código lo llevamos dentro, hay que imponerlo sin necesidad de que exista. Porque, cuando existe –como es el caso–, simplemente es ley inaplicable, y no estamos ahora por las grandes declaraciones, sino por la política de hechos.

Desde la APM denunciaremos –si ganamos, claro– los abusos, a quienes se llevan indemnizaciones de tres millones de euros tras haber despedido a sesenta compañeros, que ahí podrían seguir con la indemnización que trincó –con perdón, o sin él– el consejero delegado, por cierto luego despedido por incapaz. Pero, eso sí, tras haberse merendado más de medio centenar de puestos de trabajo de profesionales veteranos, probados y estupendos.

¿Caben esas conductas en un código deontológico? No lo sé.Lo que sí sé es que yo nunca denunciaré a un compañero por haber aceptado un almuerzo con el director general de una empresa, mientras alguien no me demuestre que eso ha tenido traducción en una información indigna.

Estamos a favor de la moralización –al máximo- de la profesión. No de la caza de brujas: no somos juzgadores. A las brujas/os hay que detectarlos con razón, con pruebas, con contundencia. Y, entonces, a por ellos. Pero sin códigos de conducta que nadie, más que los burócratas cazadores de brujas, cumple.

Un saludo sabático